El Paris Saint-Germain ha creado un proyecto deportivo en los últimos años envuelto en oro, lujo y despropósitos. El conjunto parisino ha tratado de juntar en la capital de Francia a varios de los mejores jugadores del mundo con el objetivo de poder ser un club respetado en Europa.
A base de talonario, Nasser Al-Khelaïfi y el Emir de Qatar han conseguido un equipo histórico, con una delantera letal como es Messi – Neymar – Mbappé. No obstante, como suele suceder siempre, cuando juntas a tanto gallo en un solo gallinero, la película no puede acabar bien. Y así fue.
Lo de esta temporada es otro cantar. El club ha decidido cambiar la estrategia de fichajes y la idea es elaborar un equipo competitivo igual, pero con futbolistas con menos cartel, tirando de jóvenes promesas contrastadas y veteranos con hambre de victoria.
Eso sí, el que estaba llamado a ser el líder del equipo, el jugador insignia, el que más y mejor podía representar al club, Kylian Mbappé, está muy cerca de marcharse después de anunciar su no renovación, y eso duele y mucho a los directivos parisinos.
La situación es insostenible
La no continuidad de Mbappé impacta de lleno en el club. La primera víctima directa va a ser Luis Campos, el director deportivo. El jeque personifica en él la culpa de que el francés no quiera continuar. Eso le duele, y se lo va a cargar en los próximos días.
Ahora corre el rumor de que otro que podría salir, tan solo un mes después de llegar, es el entrenador, Luis Enrique. El asturiano está cansado del ‘Caso Mbappé’, quiere que todo se resuelva cuanto antes y tener una plantilla cerrada. No sabe aún si va a tener a Mbappé o no en su equipo, además de que, si finalmente se marcha, debería hacerlo ya para que el equipo acabe de confeccionarse.
La seria amenaza de Qatar de dejar a Mbappé en la grada si finalmente se queda este año tampoco gusta nada al entrenador español. Él quiere tener el poder de decisión de poder hacer con los jugadores lo que considere, no quiere que nadie le imponga la forma de trabajar. Así pues, en este contexto, el técnico valora muy seriamente abandonar París. Ya sería el acabose para los parisinos.