Ayer finalizó el mes de julio, y con él, el periodo máximo que tenía Kylian Mbappé para renovar su contrato con el PSG de forma unilateral hasta junio de 2025. Al no haber querido ejecutar esa opción, el contrato del francés está vigente hasta el 30 de junio de 2024, es decir, le queda menos de un año.
Ahora sí, Mbappé está oficialmente a la venta. El delantero francés está echando un pulso a Al-Khelaïfi y al Emir de Qatar que impresiona al mundo. Cada parte utiliza sus armas, y parece claro que todo acabará con la marcha del francés de París.
El PSG tiene prisa, quiere que Mbappé haga ya las maletas. Le han apartado del equipo, le han dejado sin viajar a Japón a disputar la pretemporada y le han amenazado abiertamente con dejarlo en el banquillo todo el año si no acepta su salida cuanto antes.
Por su parte, el delantero nacido en Bondy mantiene la calma. Hasta ahora, su mensaje siempre ha sido el mismo: “Me quiero quedar en París este año”. Eso sí, a nadie se le escapa que Mbappé decía eso porque así se aseguraba el cobro de su cláusula de fidelización. Al no declarar públicamente que quería marcharse, en el club están obligados a pagarle como así estaba firmado.
Un cambio de rumbo
Con la entrada del mes de agosto, el panorama en el ‘Caso Mbappé’ cambia. Ahora el futbolista puede expresar su deseo de salida, si es que lo tiene, y puede presionar al PSG para que le deje ir al Real Madrid.
Por su parte, los parisinos seguirán insistiendo con la marcha del francés. Al Emir no le va a temblar el pulso si lo tiene que dejar todo el año en el banquillo o en la grada. Mbappé sabe que el próximo verano hay Eurocopa y son los JJ.OO. de París, de los que él quiere ser la imagen, por lo que un año entero sin jugar es terrible para él.
El Real Madrid se antoja la única solución y la salvación para Mbappé. Esta semana será decisiva para cerrar su traspaso.